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Todas las empresas necesitan, para su normal funcionamiento, adquirir y mantener unos activos (maquinaria, naves, terrenos, etc.) para poder elaborar sus productos o para poder prestar sus servicios. Estos activos se conocen como estructura económica y está compuesta por dos partes:
Por lo tanto, lo que diferencia esencialmente a cada una de las partes es el tiempo de permanencia en la empresa: el activo fijo permanecerá durante un periodo de tiempo superior al año; el activo circulante durante un año o menos de un año.
Es por ello, por lo que en la empresa se puede distinguir dos tipos de ciclos:
El ciclo de capital
Este ciclo se refiere al proceso de renovación del activo fijo. Comienza con la adquisición de sus elementos (edificios, instalaciones, maquinaria, etc.) que con el paso del tiempo se irán desgastando por el uso, la obsolescencia, etc.
Para reestablecer esta pérdida de valor se realizan unos ajustes contables a través de la amortización que consiste en reservar una parte de los beneficios anuales a la recuperación de la inversión. Cuando los bienes están ya totalmente amortizados, ese fondo de amortización generado se utilizará para renovar los bienes del activo fijo y esto dará lugar a otro ciclo.
En otras palabras, mediante el ciclo de capital se obtienen unos beneficios que, en parte, se destinarán para el mantenimiento y la renovación del activo fijo, con el objetivo de garantizar la marcha de la actividad de la empresa.
Su duración media no es tan regular como la del ciclo de explotación debido a la depreciación por agotamiento o caducidad y a los procesos de obsolescencia (la obsolescencia tecnológica obliga que, a medida que aparecen nuevas tecnologías, la empresa tenga que renovar sus instalaciones si no quiere perder eficacia y eficiencia frente a sus competidores).
En resumen, podemos afirmar que:
el ciclo de capital se refiere al proceso de renovación del activo fijo que se utiliza en el ciclo de explotación y se recupera en varios ejercicios económicos mediante la amortización (o venta de los activos).
El ciclo de explotación (o ciclo productivo)
Este ciclo afecta a los elementos del activo circulante y es el que determina la actividad corriente de la empresa. Comienza con la compra de materia prima transformándola, mediante el proceso productivo, en productos terminados, los cuales, una vez vendidos y cobrados a los clientes, permitirán la adquisición de nueva materia prima para reiniciar el proceso que se repetirá de forma continua mientras la empresa se mantenga en funcionamiento.
La duración de este ciclo dependerá del tiempo que permanezca la materia prima en el almacén, de la duración del proceso productivo, del crédito concedido a los clientes y de la política de pago a proveedores.
Al período de tiempo que por término medio se tarda en producirse este ciclo de explotación se le denomina Período Medio de Maduración (PMM).
En resumen, existen dos ciclos internos en la empresa:
1. uno a largo plazo sobre el que se desarrolla la circulación financiera:
Ciclo de capital
2. otro a corto plazo en el que transcurre la circulación económica:
Ciclo de explotación
Las empresas adquieren y mantiene sus maquinarias, naves, terrenos, etc. (Activo Fijo) para poder elaborar sus productos (Activo circulante).
A su vez, los elementos del activo circulante son necesarios para que los bienes del activo fijo puedan funcionar correctamente. La actividad de la empresa consiste en invertir en activo fijo para obtener un beneficio que permita mantener y renovar ese activo (ciclo largo) y, al mismo tiempo, fabricar, vender y cobrar los bienes o servicios que ese activo produce (ciclo corto).
Una vez que se pone en marcha el ciclo de capital (mediante la adquisición de activos fijos) se inicia el movimiento del ciclo de explotación (producción de bienes para vender) y a partir de ahí, un ciclo induce al otro.
El ciclo de capital propicia el funcionamiento del ciclo de explotación y éste, a su vez, retorna parte de su rendimiento al ciclo de capital. Veámoslo:
Como hemos apuntado anteriormente, los elementos del activo fijo (maquinaria, instalaciones, etc.) se deterioran por el paso del tiempo. Van perdiendo valor. Esta pérdida no queda registrada en ninguna transacción y, por lo tanto, no afecta al beneficio. Para corregir esta situación se crea el Fondo de Amortización. Es decir, creamos un gasto para que, de esta manera, una parte del beneficio quede reservado cada año. De esta forma, al final de la vida útil de cada elemento del activo fijo tendremos un fondo suficiente para poder reponerlo.
Es decir, cada vez que vendemos nuestros productos, una parte del beneficio que obtenemos de su venta se destina a este Fondo de Amortización, que servirá para reponer en un futuro el activo fijo desgastado por su uso.
Por este motivo, una de las cuestiones básicas en finanzas es buscar constantemente la sincronía entre el ciclo de capital (activo fijo) y el ciclo de explotación (activo circulante).
Antes de continuar es conveniente apuntar algo que es obvio, pero que debemos considerar para entender bien los argumentos que vamos a desarrollar a continuación: Todo ciclo tiene una duración concreta que irá en función de la velocidad de giro. Si esta velocidad aumentara, evidentemente la duración del ciclo se reducirá. Está claro, ¿no?
A mayor velocidad de giro de un ciclo menor duración de dicho ciclo
Si partimos de una situación normal, nos encontraremos con un ciclo de explotación que tiene una velocidad de giro superior a la del ciclo de capital. Es decir, el ciclo de explotación tiene una menor duración que el ciclo de capital.
Pues bien, si por algún motivo debemos intensificar la fabricación (p. ej.: recibimos un elevado número de pedidos), estamos aumentando la velocidad del ciclo de explotación (y disminuyendo, por lo tanto, su duración). Esto provocará, a su vez, aumento también de la velocidad del ciclo de capital; es decir, disminuirá su duración, ya que estaremos realizando un uso más intenso de los elementos del activo fijo (maquinarias, instalaciones, etc.), es decir, aumentando su desgaste y ello exigirá una renovación anticipada de dichos equipos.
Por el contrario, ante una situación de crisis (escasa demanda de nuestros productos), nuestro ciclo de explotación durará más tiempo, debido sobre todo a la ralentización en las ventas. Esta reducción de la velocidad del ciclo corto también reducirá la velocidad del ciclo largo, que verá aumentada su duración, debido al bajo uso que se le está dando al activo fijo.
A mayor velocidad del ciclo de explotación,
mayor velocidad del ciclo de capital
Todo esto parece muy lógico. Sin embargo, es una cuestión a la que no suelen poner mucha atención los responsables financieros de las empresas. No consideran lo importante que es mantener la sincronización entre los dos ciclos.
En muchas ocasiones presenciamos cómo empresas con un ciclo de explotación de escasa velocidad, mantienen una actividad productiva alta, con el consiguiente consumo de activo fijo. Es un hecho que hemos podido comprobar recientemente al inicio de la crisis de 2008. Empresas que no han renunciado al ritmo que venían llevando años atrás, asumiendo unos altos costes de explotación y de capital que no compensaban con los escasos ingresos por ventas.
Ante esta situación, lo más lógico sería buscar inmediatamente esa sincronización entre ambos ciclos. Sin embargo, lo más usual en las empresas para solventar esta situación ha sido acudir a la deuda. Segundo error, ya que, ante esta situación lo más seguro es que no puedan afrontar la devolución de la deuda encaminando a la empresa a la quiebra.
Con todo lo expuesto, podemos concluir que la duración de cada ciclo y su velocidad de giro exigirán distintas necesidades de inversión y de financiación. La sincronía entre los ciclos de explotación y de capital es algo que debe tenerse muy en cuenta, con la misma exigencia que el equilibrio que debe existir entre las diferentes partidas de la estructura económica y financiera.
El Activo Corriente está compuesto por aquellas partidas que nacen y desaparecen durante el proceso productivo:
las existencias de materia prima, de productos terminados, las cantidades que nos deben los clientes y la tesorería
Ciclos internos
Conjunto de de operaciones y hechos económicos que se suceden con cierta regularidad dentro de las actividades de las empresas.
El ciclo de capital es el proceso por el que se renuevan los elementos del activo fijo o activo no corriente
Amortización
Depreciación normal y sistemática que sufren los bienes del activo fijo en su empleo en el proceso productivo.
El ciclo de capital representa la autofinanciación de la empresa para obtener beneficio y, a la vez, mantener y renovar sus equipos, mediante la amortización.
(ciclo productivo) Proceso repetitivo por el que se destinan ciertos recursos financieros a la adquisición de mercancías para transformarlas en productos terminados y así recuperar el dinero invertido a través de su venta y cobro.
Se le conoce como el ciclo dinero-mercancía-dinero
Para mantener este ciclo de explotación,
durante todo ese período (PMM), las empresas necesitan disponer de unos recursos, de unos fondos. Es decir, las empresas tienen unas Necesidades Operativas de Fondos (NOF).
Para garantizar un correcto funcionamiento de la actividad productiva de la empresa, en el corto y largo plazo, es necesario que exista una adecuada sincronía entre
el ciclo de explotación y el ciclo de capital.
Amortización
Para solventar el problema de la renovación de los
activos, se dotan los
denominados “fondos
de amortización”, con
el fin de acumular unas reservas que permitan
en el futuro adquirir nuevos activos que sustituyan a los ya desgastados por el uso.
Estos fondos proceden del precio de venta de
los productos que se venden.