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Cuando el mercado funciona de forma eficiente, el Estado se limita a proporcionar un marco normativo que garantice los intercambios económicos entre oferentes y demandantes. Sin embargo, existen situaciones en las que concurren una serie de fallos de mercado que hacen a éste ineficaz para resolver los problemas económicos.
En estas circunstancias, se justifica la intervención del Estado por razones sociales y por razones de eficiencia.
1. Reseña histórica
2. Fallos de la economía de mercado y funciones del Estado
Desde los mercantilistas (mediados del siglo XVI) que reclamaban la presencia del estado para la consolidación de los estados nacionales, hasta los monetaristas (neoliberales del siglo XX) que defienden la libertad de los mercados con la mínima intervención del estado, el dualismo estado-mercado ha sido una constante en la historia de la economía moderna.
Si el mercantilismo exigía un Estado fuerte capaz de tomar las medidas necesarias para regular la economía, el liberalismo económico, que imperó desde el comienzo de la revolución industrial (finales del siglo XVIII) hasta la Primera Guerra Mundial, defendían la mínima intervención del Estado:
"Laissez-faire, laissez-passer, le monde va de lui même"
(Dejad hacer, dejad pasar, el mundo funciona solo)
Adam Smith, considerado el fundador del liberalismo económico, propugnaba la mínima intervención del Estado, ya que el mercado y su "mano invisible" eran capaces de resolver las cuestiones básicas de toda economía.
Y así perduró este pensamiento de no intervención del estado en los asuntos económicos hasta 1929, cuando se produjo el crack económico mundial que puso en duda las bondades del mercado como mecanismo para garantizar el uso eficiente de los recursos.
Como medidas para salir de esta crisis, Keynes defendía la necesidad de incrementar el consumo y la inversión y, para ello, era necesaria la intervención del Estado proponiendo una economía mixta entre el sistema de economía de mercado y el sistema de economía planificada.
Desde el final de la segunda guerra mundial, y durante cerca de tres décadas, las teorías keynesianas fueron aplicadas en muchos países hasta que en 1973 se dispararon los costes de producción surgiendo la conocida crisis del petróleo.
Para esta una nueva situación, en la que coexistían desempleo e inflación, no encajaban las fórmulas keynesianas. Es cuando se vuelve a las teorías neoliberales, con Milton Friedman al frente, defendiendo la libertad de los mercados y la mínima intervención del estado.
¿Por qué debe intervenir el Estado?
Los liberales promovían la mínima intervención del Estado, ya que el mercado y su "mano invisible" (Adam Smith) eran capaces de resolver las cuestiones básicas de toda economía. Propugnaban que el libre juego de la Oferta y la Demanda era suficiente para la fijación de los precios y eliminar los desajustes hasta alcanzar el equilibrio.
Sin embargo, está constatado que existen ciertas situaciones en las que el mercado no es capaz de responder a estas preguntas básicas de la economía y que además, no siempre asegura que las decisiones tomadas desde el punto de vista particulares sean óptimas desde el punto de vista de la sociedad, conduciendo a ésta a situaciones críticas como las desigualdades sociales, la contaminación del medio ambiente o los abusos de las empresas (monopolios). Es lo que se denominan fallos o limitaciones del mercado.
Efectivamente, el mercado no funciona tan eficazmente como se pensaba, presentando fallos en la asignación de los recursos disponibles y deficiencias en la distribución de la renta. Es por ello, por lo que se exige la intervención del estado para corregir estos fallos o al menos, mitigarlos.
¿Cómo interviene el Estado en la economía?
Para explicar las distintas formas que tiene el Estado de intervenir en la economía de un país vamos a tomar como guía los fallos del mercado que han provocado esta intervención:
Fallos de la economía de mercado
1. No logra suavizar la inestabilidad de los ciclos económicos (crisis)
2. No garantiza la satisfacción de determinadas necesidades colectivas
3. No contempla las externalidades: costes y beneficios externos
4. Posibilita la falta de competencia
5. Genera una distribución desigual de la renta
1. No logra suavizar la inestabilidad de los ciclos económicos (crisis)
Una de las mayores críticas que recibe la economía de mercado es que no logra alcanzar un crecimiento económico estable. Sabemos que la actividad económica sufre oscilaciones que dan lugar de forma alternada a épocas de expansión, donde la actividad económica y el empleo crecen considerablemente, y épocas de recesión y depresión (crisis) en las que el desempleo es elevado y una gran parte de los factores de producción disponibles permanecen ociosos.
Esta alternancia de períodos de bonanza con períodos de crisis (ciclos económicos) provocan inestabiidad económica.
Pues bien, ha quedado demostrado (crack de 1929) que la "mano invisible" de la economía no es capaz de solventar estos problemas en épocas de crisis. La autorregulación de la economía de Adam Smith no funciona en los períodos de recesión y es entonces, como defendía J.M. Keynes, cuando es necesaria la intervención del estado.
Intervención del Estado: Función estabilizadora
El impacto tan negativo que ejerce esta inestabilidad en la economía de un país, que afecta de manera especial a los puestos de trabajo, hace que sea necesaria la intervención del Estado para atenuarlo, aumentando el gasto público para compensar la disminución de la inversión privada.
Desde la Gran Depresión de 1929 y la publicación de la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero (J.M. Keynes, 1936) se considera que es responsabilidad del Estado suavizar las fluctuaciones de los ciclos económicos.
Es el estado el que debe procurar que las transiciones entre las fases de expansión y las fases de recesión que sufre la actividad económica sean lo más suaves posible y, para ello, deben aplicar políticas económicas que favorezcan un crecimiento sostenible de la economía.
Es lo que se conoce como la función estabilizadora del Estado, mediante la cual intentará reducir todas las perturbaciones cíclicas de la economía a través de una política económica (política monetaria y política fiscal) idónea que se marque como objetivo alcanzar la estabilidad de los precios y la reducción del desempleo.
Frente a los neoliberales (seguidores de Adam Smith) que propugnan la no intervención del Estado, están los neokeynesianos (herederos de John Maynard Keynes) que defienden la intervención del Estado para corregir el mecanismo natural del mercado.
Pero esta intervención del Estado no debe limitarse a los períodos de recesión o crisis. También en las épocas de crecimiento el Estado debe controlar los mercados para evitar la creación de "burbujas" económicas.
Por lo tanto, existirán diferentes políticas económicas a aplicar, según el momento del ciclo en el que se encuentre la economía.
2. No garantiza la satisfacción de determinadas necesidades colectivas
Las carreteras, la defensa nacional, la justicia, etc., son bienes y servicios muy importantes para la sociedad. Sin embargo, el mercado no los ofrece, ya que no son rentables para un inversor privado, y si lo hace, los suministra en cantidades menores a la demandada, como es el caso de la sanidad o la educación, donde las empresas privadas ofrecen una cantidad insuficiente para satisfacer la demanda social de estos bienes.
Intervención del Estado: Función suministrador de bienes y servicios públicos
Estamos hablando de los llamados bienes públicos, cuyo suministro y gestión debe ser asumido por el Estado mediante las siguientes formas:
Evidentemente, estas aportaciones implican, en la mayoría de las ocasiones, la asunción por parte del Estado de pérdidas o poca eficiencia productiva.
3. No contempla las externalidades: costes y beneficios externos
Las externalidades son gastos o beneficios no registrados y que, por lo tanto, no están reflejados en los precios de los productos y servicios.
Por ejemplo, la energía nuclear reporta beneficios para el productor de electricidad, pero tiene un impacto negativo en el medio ambiente al generar desechos radioactivos. Lo mismo ocurre con los coches, que aportan grandes ventajas para sus usuarios, pero perjudica el medio ambiente con la emisión de gases.
Nos estamos refiriendo a las externalidades negativas que generalmente están relacionadas con la contaminación y el deterioro del entorno. Como sus efectos no están contemplados en los costes de las empresas, tampoco están reflejados en los precios de los bienes, y éste es el fallo del mercado, ya que está dando información errónea al no recoger todos los costes reales; solo se consideran los costes internos prescindiendo de los costes externos o externalidades.
Evidentemente, también existen las externalidades positivas, que tampoco se contemplan en el precio del producto. Es el caso de las actividades de investigación desarrolladas por algunas empresas y que finalmente serán utilizados por otras. La rentabilidad generada por sus beneficiarios indirectos nunca quedará reflejada.
Intervención del estado: función reguladora sobre el medio ambiental
Ya que el mercado no asume estas externalidades, será necesario poner en marcha una serie de medidas que penalicen aquellas actividades que afecten negativamente a la sociedad o incentive aquellas que resulten beneficiosas. Queda justificada una vez más la intervención del Estado, que será el encargado de articular estos instrumentos mediante una política medioambiental:
4. Posibilita la falta de competencia
Cuando no existe competencia (monopolios o acuerdos oligopólicos) las empresas usan su poder para imponer unos precios y unas cantidades que no son las que satisfacen los deseos de los consumidores.
Estas empresas dominantes, además de desequilibrar el mercado, impiden que éste funcione libremente, ya que, a través de sus campañas publicitarias, crean necesidades en los consumidores de forma artificial.
Intervención del estado: Función defensora de la libre competencia
Una vez más, es necesaria la intervención del Estado, en este caso, para intentar restaurar un entorno competitivo que no perjudique al consumidor y, al mismo tiempo, incentive a la empresa a mejorar la calidad y a ajustar los precios.
Para garantizar el funcionamiento competitivo de los mercados y ejercer la defensa de la competencia, el Estado pone a disposición de la sociedad la Comisión Nacional de la Competencia, institución encargada de las labores de vigilancia, inspección e investigación de prácticas que restringen o falsean la competencia, así como el ejercicio de las instrucciones de expedientes, estableciendo, en su caso, las correspondientes sanciones.
5. Genera una distribución desigual de la renta
Una de las quejas más frecuentes contra el mercado es su mala eficacia en el reparto de la riqueza.
Por la ley de la oferta y la demanda, en el mercado solo se expresan aquellos cuyo nivel de renta les permite pagar los precios de los bienes y servicios que ofrecen las empresas, acentuándose las desigualdades económicas.
Es decir, las posibilidades de acceder al mercado dependen de la capacidad adquisitiva de los consumidores, resultando mucho más fácil a los que tienen dinero y muy complicado a los que no tienen recursos.
Por este motivo, se debe recurrir a la intervención del Estado para que intente distribuir la renta de manera más igualitaria, transfiriendo de quienes tienen más a quienes tienen menos.
Intervención del estado: Función redistribuidora de la renta
La redistribución de la renta es el proceso mediante el cual el Estado vuelve a distribuir, de acuerdo con el principio de equidad, los fondos que previamente fueron asignados por el mercado a los ciudadanos.
Su objetivo es intentar que las diferencias entre las rentas de los individuos no superen determinados niveles y que todos alcancen, al menos, unos niveles mínimos. Al mismo tiempo, se pretende que cada uno de los individuos de la sociedad pueda acceder en igualdad de oportunidades a todos los servicios públicos (sanidad, educación, vivienda, etc.).
Para ejercer esta función redistribuidora de la renta, el Estado, mediante los impuestos, intentará equilibrar las rentas de todos los ciudadanos, gravando más los ingresos de las personas más ricas y transfiriendo ese dinero a los más pobres (política fiscal).
Entre las medidas de estas políticas redistributivas, con las que se intenta generar un reparto más igualitario de la renta, nos encontramos con los impuestos progresivos, las transferencias públicas (prestaciones sociales, pensiones, etc.), la prestación de servicios públicos (educación, sanidad, transporte público) y las normativas en los mecanismos del mercado (salario mínimo, precios máximos, etc.).
La captación de fondos (ingresos públicos) se produce, fundamentalmente, a través de los impuestos. La mayoría de estos son progresivos (paga más impuestos quien tiene más riqueza), decidiendo el Estado su destino (gastos públicos). Es decir, el Estado redistribuye los fondos que previamente distribuyó el mercado a los ciudadanos.
Es así como surgen las diferentes funciones del Estado en la economía, cuya ejecución y desarrollo da lugar a la política económica:
¿Cuánto debe intervenir el Estado en la economía?
Ya hemos visto en la reseña histórica que para el Mercantilismo la intervención del Estado era esencial. Necesitaban de una fuerte autoridad central para la expansión de los mercados y la protección de los intereses comerciales.
Sin embargo, los defensores del Liberalismo económico limitaban la intervención estatal a garantizar el funcionamiento de la economía de mercado. Para ellos, los mercados se ajustan por sí mismos. Ante las perturbaciones de la actividad económica, las fuerzas internas del mercado restablecerían el equilibrio ("la mano invisible de Adam Smith") sin necesidad de actuación alguna. Por lo tanto, no consideraban necesaria la intervención del estado.
Actualmente, tras la crisis financiera iniciada en 2008, parece ser que existe un retorno a la idea de que los mercados requieren más intervención de la autoridad pública ("Teoría keynesiana de la Demanda agregada").
La Economía Mixta, sistema basado en la economía de mercado, pero con la intervención más o menos elevada del Estado, parece ser la alternativa más idónea y de hecho, es el sistema económico más extendido hoy en día entre los países desarrollados.
Como conclusión a este artículo y revisadas las distintas situaciones en las que el mercado, por sí solo, no es capaz de dar respuestas a ciertos problemas económicos, podemos afirmar que el debate central hoy en día no es si el estado debe o no debe intervenir en la economía, sino cuánto debe intervenir.
Evidentemente, no existe una fórmula perfecta sobre qué proporción entre estado y mercado es la más conveniente, y a la vez justa, para regir la actividad económica de una sociedad. En pleno siglo XXI, la evolución esperada para resolver los problemas económicos de un país será una constante búsqueda de espacios comunes donde lo público y lo privado puedan colaborar entre sí. Lo ideal sería que ambas instituciones, estado y mercado, se complementaran en estas tareas, tomando la eficiencia y la equidad como pilares sobre los que se construyan los futuros sistemas económicos.
MERCANTILISMO
Intervención
del Estado
Jean-Baptiste
Colbert
Intervención del Estado
Un fallo es una consecuencia negativa del funcionamiento del mercado y se produce cuando éste no es eficiente en la asignación de los recursos disponibles
Para corregir los fallos del mercado se necesita la intervención del Estado, con el objetivo de alcanzar una mayor eficacia y una mayor equidad en la sociedad.
Los ciclos económicos son fluctuaciones de la actividad económica en fases alternas de expansión y recesión.
A una fase expansiva (de crecimiento) le sucede una fase recesiva (de contracción).
Puede afirmarse que la inestabilidad cíclica es el más importante de los fallos del mercado, ya que incide directamente en los puestos de trabajo de un país.
El mercado responde inmediatamente a la demanda de bienes privados, pero no a la de bienes públicos que la sociedad necesita
Cuando la iniciativa privada no satisface una demanda, el Estado será el que suministre estos bienes y servicios a la sociedad, por razones de interés público.
El mercado no contempla las externalidades
No informa sobre los costes reales. Los precios solo contemplan los costes internos (costes privados) de la empresa. No incluyen los costes sociales que ésta provoca (costes externos o externalidades).
La prevención y reparación de los daños medioam-bientales debe llevarse a cabo mediante el fomento del principio con arreglo al cual "quien contamina paga"
Directiva 2004/35/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 21 de abril de 2004
Monopolios Oligopolios
Las empresas acuerdan subir los precios o reducir la producción, creando situaciones ineficientes que perjudican a la sociedad.
Principio de equidad
El sostenimiento de los gastos que posibilitan la acción correctora del Estado debe ser financiado por todos sus ciudadanos según su capacidad económica.
Capacidad de autorregulación que el libre mercado tiene intrínseco.